¿Preguntar para
despertar? Si, pero ¡cuidado!
En las reuniones
a veces tenemos algún participante que está de cuerpo presente, pero de mente
ausente.
Quizás la razón
es que no tendría que haber sido convocado…
Descartemos esa posibilidad y aceptemos
que sí debería estar allí. En mi post sobre “¿Cómo evitar siestas en reuniones?” planteo varios recursos para evitar esa situación, pero me gustaría
añadir un detalle importante.
Cuando en clase
pregunto ¿qué podemos hacer para despertar a un dormilón? , la mayoría contesta
“preguntarle”. La respuesta es correcta pero incompleta. ¿Cualquier pregunta
sirve? Es indispensable detenernos en analizar las consecuencias que una mala
pregunta puede acarrear.
Cuando alguien no atiende,
hemos visto muchas veces como quien lleva la reunión le hace una pregunta. El “pobre despistado”
se queda cortado y queda en evidencia porque no estaba al tanto. El problema es
que también queda retratado quien lleva la reunión, ya que acaba de hacer
visible y pública la poca atención que estaba consiguiendo… Mala jugada.
Conviene señalar
que hay dos tipos de preguntas:
1.
Las
que ponen en evidencia (y nos ponen en evidencia).
Son aquellas que el distraído no sabrá contestar…
Ejemplo : - ¿Tú cómo lo ves?
Respuesta: - ¡Glups! Perdona, pero no estaba escuchando.
2.
Las
que servirán para recuperar su atención, no sonrojarán al destinatario y nadie se dará cuenta de que pasaban de ti.
Ejemplo: - ¿Tú crees que hacer “X” (y X se explica…) nos aportaría algún
beneficio?
Aquí
el destinatario de la pregunta vuelve de su viaje astral, pero sin que nadie
quede mal.
¿Cómo lo veis?
Aquí espero que estuvierais atentos… ;)
Foto de Gerlat via Pixabay