Alusiones a enfermedades que debemos abandonar en una reunión
Mi post de
este mes debía llamarse Reuniones bulímicas, Reuniones anoréxicas. He decidido no
publicarlo.
La noción de
qué es “políticamente correcto” me parece un tema de difícil consenso. Cada uno
pondría en el cesto frases, actitudes o acciones diferentes. Yo reconozco tener
una percepción subjetiva y además fluctuante de este concepto.
Sin embargo,
no querría situar en este contexto lo que quiero compartir aquí. No se trata de
calificar de correcto o incorrecto su uso, sino de pensar sobre ello.
¡Cuántas
veces hemos oído o dicho algunas de las frases siguientes! Yo confieso que muchísimas…
·
No
seas autista (a alquien introvertido)
·
¡Me
había olvidado del todo! Tengo un Alzheimer bestial
·
Parece
que tenga Parkinson, jajaja
·
Es
un cáncer para las organizaciones
·
Me
pone esquizo
·
Disculpad
si parezco un poco bipolar (sonrisa)
·
Si
me pasa esto, me suicido.
·
Tampoco
hay que ser un obsesivo compulsivo
·
Y
tantas otras
Muchas de
ellas acompañadas de risas…
No me había
planteado las consecuencias que podrían acarrear.
¿A qué viene hablar de esto?
Este fin de semana estaba buscando testimonios en Twitter de
una de las enfermedades antes mencionada porque se la han diagnosticado a alguien
a quien quiero. Me sorprendió constatar que más del 80% de los tweets con el hashtag
que usé de buscador, me remitían a bromas sobre el tema. La mayoría no tenían una
vocación de burla, pero me produjeron una cierta tristeza. Si alguien se ha pintado
mal las uñas ¿ha de poner como hashtag #Parkinson? O si se ha olvidado las
llaves ¿está obligado a poner #Alzheimer? Aunque cuantitativamente pueda dar más
visibilidad al tweet, quien busca esa palabra probablemente no tiene interés ni
por tus uñas ni por tus llaves. Uy ¡qué a gustito me he quedao!
Pero dejemos las RRSS y centrémonos en “mi” tema: las
reuniones. No en pocas ocasiones utilizamos esas referencias (me incluyo) y no
somos conscientes de las situaciones personales que viven quienes participan en
ellas y hasta qué punto pueden resultar dolorosas esa ingenua y generalizada banalización
de esas enfermedades.
Sustituirlas
por otras (al principio cuesta, igual que deshacerse de muchos hábitos) pero
merece la pena intentarlo. Espero ir abandonando poco a poco esta mala costumbre.
En
comunicación lo importante no es la intención sino el resultado.
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