La importancia de evitar desvíos en reuniones
Todos estamos de acuerdo (o eso creo) en que para que una
reunión sea efectiva y para respetar el derecho a saber a qué hora estaremos
libres, no deberíamos entrar en temas no previstos con antelación.
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“Es que a mí me gusta que todo el mundo se
sienta libre de hablar de lo que quiera en mis reuniones”
-
Pues si puedes olvidarte de convocarme… te lo
agradeceré.
Si los participantes pueden, sin previo aviso, sacar
cualquier tema durante una reunión mediante las continuas interrupciones de los
adictos al “ah, y por cierto” o usando ese espacio mal definido de ruegos y
preguntas del final, se pueden dar muchas situaciones desesperantes, pero entre
ellas hoy destacaré y describiré las tres principales:
1.
Salta el primer “ah, por cierto” y entramos en un
tema no previsto, pero claro, no tenemos la información o las personas
necesarias para hacerlo adecuadamente…
¿Os suena? Empezamos a navegar entre los “yo diría que”, “creo recordar
que”, “me suena que”, “algo leí”, “quien nos podría ayudar es Matilde, pero no
está” …
¿Y entonces qué pasa? En el mejor de los casos, después de perder el tiempo divagando, acabamos aplazando el temita. Vamos, lo que tendríamos que haber hecho desde un principio.
2.
Otra situación habitual, es que el tema no
interesa a la totalidad de las personas que están reunidas o conectadas. Todos
hemos “disfrutado” de intervenciones del tipo “por cierto, para que me validen “X”
¿qué tengo que hacer?” y llega esa
desesperación colectiva que conlleva escuchar durante 10 minutos unas
instrucciones dirigidas a una o dos personas de la reunión. ¿Qué costaba hacer
esa pregunta fuera de reunión o contestarla en un correo o llamada personal?
Si mirar de reojo la hora durante estos dichosos desvíos provocara estrabismo, todos bizcos.
3.
Otro caso a evitar y que igual reconocéis,
es aquél en que después de ver acogidos algunos “por ciertos” ajenos, vas tú, te motivas y te sumas con el tuyo… Pero mira por dónde, tu “por cierto” se aplaza,
con lo que te quedas con un regusto extraño… especialmente si tienes el
síndrome de Calimero (traducción para
los más jóvenes: tenencia al “nadie me
quiere”).
Una reunión de trabajo debe estar bien planificada y
estructurada y todos los que acuden han de saber a qué van y para qué se les ha convocado
a la misma. De manera inequívoca. Eso no significa que no hay que tener en
cuenta las inquietudes de quienes trabajan con nosotros. Bien al contrario.
Pero deberá hacerse por los cauces apropiados (reglas de juego, implementación de la P de parking,
etc…). Pero es vital que esos cauces no
se impongan, sino que se establezcan de manera consensuada y que todos vean el
beneficio colectivo de respetar esos códigos de conducta en reuniones.
Foto de Robin Higgins via Pixabay
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