lunes, 28 de junio de 2010

Una historia real de reuniones y personas





Esta es la historia de Juan Buenrollo

Esta mañana está satisfecho. Ha decidido organizar una reunión, y eso le encanta.

Le pone un “título” bastante genérico para que la gente sepa “de qué va a ir”, las sorpresas nunca le han gustado.

No selecciona con excesivo cuidado a los participantes. Además, como últimamente algunos fallan en el último momento, mejor será tirar largo… Sería deprimente quedarse casi solo. Una vez tuvo una pesadilla: estaba hablando ante ocho sillas vacías… ¿ocho? ¿por qué ocho? Le preguntó su mujer. ¡Vaya pregunta! Una situación tan dramática y ponerse a buscar una explicación sobre los números…

A algunos de los participantes la reunión no les afecta, pero los convoca “para que no se ofendan”. Para Juan Buenrollo el buen clima es lo principal. Da igual, si bizquean mirando cómo el tiempo se les escapa y el informe por terminar clama al cielo desde su mesa!!!. El equipo es el equipo y un líder tiene que ser integrador.

Los que reciben la convocatoria no saben muy bien a qué van, pero claro, si los han convocado confían en que: “por algo será”…

Evidentemente, nadie puede prepararse la reunión correctamente y cuando llegan a la misma, se les tira en cara que no han aportado documentación, datos, o incluso se les comenta que por qué no han avisado al compañero que realmente lleva “eso”… Eso sí, todos esos comentarios desde el buen rollo y en un ambiente de plena confianza.

Juan Buenrollo siente horror por las personas que pronuncian la palabra “objetivos” más de dos veces la misma semana. En un test le salió muy claro y se siente orgulloso: “Juan muestra una clara orientación a las personas” (del resto del test no se acuerda).

El mismo buen rollo también reinó, cuando llegada la hora de empezar, como no estaban todos, esperaron “jovialmente” a que todos estuvieran presentes (nada, veinte minutitos de nada, hombre…). Somos personas, no números.

Para poner la guinda, no les anuncia cuándo va a durar la reunión ya que piensa que no hay que agobiar a la gente con la presión del tiempo… de manera que muchos empezarán a sufrir cuando vean que van a llegar tarde a otra reunión, al callista (o será el dermatólogo), a hacer los deberes con su perro, a jugar y sacar a pasear a su mujer, o a una cena romántica con sus hijos… Este es el punto en que ya nadie sabe de lo que se está hablando

Pero claro, Juan es así…las personas para él, son lo primero.
Lástima que no se dé cuenta de que a veces les roba el tiempo que tienen para disfrutar de ser personas

7 comentarios:

  1. Eva,

    Hay mucho Juan Buenrrollo suelto por ahí... y se creen dignos de su apellido.

    María del Mar García

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  2. María del Mar,

    Es una pena, pero es así.

    Eva

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  3. Un ejemplo más de Reuniones Eficaces, jejeje

    Muy bueno Eva,

    Por cierto has pueto "hitoria"

    Joan M

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  4. Gracias Joan, ya he corregidola "hitoria"

    Eva

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  5. Me encanta!!! Recreas a la perfección una figura con la que solemos encontrarnos en las organizaciones. Muchos suelen disfrutar de una habilidad especial para ligar su "buenrollo" y su estilo directivo "de la administración campestre", con una notoria capacidad para eludir los problemas en los equipos.

    Enhorabuena!!

    Un abrazo.

    Ana

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  6. Gracias por tus comentarios, Ana,

    Un abrazo,

    Eva

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  7. Muy, pero que muy bueno Eva

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