La escucha estética en reuniones
Entre muchos ejemplos escogeré uno que atañe a
las camareras de pisos en hoteles (esas personas “invisibles”,
casi siempre mujeres, que dejan impecables las habitaciones en las que nos
alojamos.
Un gran hotel de Valencia, en un alarde
democrático excepcional, antes de realizar una serie de reformas en sus
habitaciones, decidió organizar una reunión para escuchar a las personas a
quienes más afectarían. La idea parece impecable.
Las camareras estaban ilusionadas. Prepararon
argumentos sólidos para, sin perjudicar el diseño, alertar de algunos aspectos que facilitarían su trabajo. No significaban daños estéticos
irreparables, sino simples detalles…
La dirección les agradeció sus aportaciones y les
aseguró que las tendrían en cuenta. Incluso manifestaron su sorpresa por la
inteligencia de los comentarios (eso sí que fue un comentario poco
inteligente!) y así terminó la reunión.
Ellas salieron entusiasmadas, incluso sonreían
comentando la torpeza del comentario final.
Las obras empezaron y discretamente empezaron
a comprobar como ninguna de sus ideas o “enmiendas” había sido retenida. Cuando terminaron, la sospecha se confirmó: no se tomaron en consideración
NINGUNA de sus propuestas.
No hablaron de desilusión, ni de decepción,
sino de tomadura de pelo. Hubieran preferido no ser escuchadas (ya estaban
acostumbradas) a verificar que la dirección tomó decisiones siendo conocedora de los
perjuicios que les ocasionarían. Pasar del desconocimiento al “aunque lo sé, no
me importa” , acarrea graves consecuencias.
Crear una ilusión óptica de interés por las
aportaciones ajenas, a través del ejercicio de la escucha estética, es además de insultante,
contraproducente.
Otro ejemplo, emocionalmente menos impactante,
pero que se produce a menudo, es que te inviten a un brainstorming o similar,
se recojan una serie de ideas, te den las gracias y… nunca más se supo. Motivador, lo que se dice
motivador… no es.
Si escuchamos no es para quedar bien, es
porque tenemos la voluntad de recoger información con la intención, no de
coleccionarla, sino de tenerla en cuenta. Y si al final, por el motivo que sea,
no podemos hacerlo, lo mínimo es una sana explicación de los motivos.
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La frase “somos sentimientos y tenemos
personas” casi cobraría sentido.
Verdades como puños!
ResponderEliminarDesafortunadamente, Ramón
EliminarMuy cierto!
ResponderEliminarEl caso del hotel de Valencia es, efectivamente, una tomadura de pelo que desmotiva a quien la sufre.
En otros casos, como el del brainstorming, creo que también es un tema de sensibilidad, que muchas veces brilla por su ausencia.
Algo parecido ocurre cuando la gente sólo dice lo que no funciona; muy pocos/pocas tienen el detalle de decir, también, que el tema se ha solucionado.
Estoy de acuerdo contigo, Pablo, en que este tipo de "olvidos," ,probablemente mas debidos a torpeza que a mala fe, abundan y no ayudan a la implicación de los equipos.
EliminarTotalment d'acord. Val la pena prendre nota tant si ets l'interlocutor com si ets qui porta la direcció de la reunió
ResponderEliminarBen cert!
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