lunes, 25 de enero de 2010


No es lo mismo decidir que actuar


Había cinco pájaros en una rama. Uno decidió emprender el vuelo. ¿Cuántos pájaros quedaron en la rama?


La mayoría contestamos que cuatro y aquí vemos como a menudo incurrimos en el típico error de confundir decisión con acción.


La respuesta es que quedaron los cinco.


Existe una gran diferencia entre decidir y dar realmente el paso, pasar a la acción.


En muchas reuniones se deciden cosas… pero insisto, ello no significa actuar. Para que la decisión se convierta en acción deberemos preparar esta última antes de cerrar la reunión. Es necesario realizar un cuadro de compromisos, asignando tareas a personas concretas y con plazos, sino, esas decisiones se quedan en simples declaraciones de intenciones y se perpetúa la impresión de que se habla mucho, pero luego no se hace nada...

lunes, 4 de enero de 2010

"No envejecer" como moderador...


“El moderador oxidado”

En reuniones, igual que en cualquier otro tema hay que evitar “oxidarse”, creer que no tenemos nada que aprender. Hay que hacer las cosas de manera diferente, negarse a caer en la rutina…

En esta línea me gustaría compartir un extracto de una “contra” de la Vanguardia dedicada a Etienne Klein que nos dice que “la receta contra el envejecimiento mental es vivir continuamente la novedad”, consejo que bien podría aplicarse al tema :

“Y Michel Serres nos da una receta magnífica para no hacernos viejos...

Cuente, cuente.

Seguir manteniendo el mismo número de primeras veces aunque cumplas más años.
Y eso lo puede conseguir de dos maneras.

A saber.

Haga lo que no haya hecho nunca antes o haga lo de siempre como si no lo hubiera
hecho nunca: como si fuera la primera vez.

Me parece más fácil lo primero.

Acierta, porque lo es; pero la verdadera sabiduría reside en conseguir lo segundo.

Es lograr descubrir el Mediterráneo cada vez que lo ves.

La receta contra el envejecimiento mental es vivir continuamente la novedad.

¿Cómo?

Si eres capaz de vivir intensamente el instante, lo vives de nuevo siempre, porque ningún
instante es igual a otro. Son nuestra pereza primero y nuestra soberbia después...

Siempre van de la manita.

... las que nos empujan a creerlo todo ya vivido y caer en la falacia de que ya sabemos de
todo; que lo hemos vivido todo; que nadie nos puede enseñar nada...

Error que cometemos por quedar bien.

Enorme, porque nos impide disfrutar como niños de lo insólito de estar aquí y ahora.”